El narcotráfico mueve cada año cientos de miles de millones de dólares en todo el mundo, una economía criminal mayor que el Producto Interior Bruto (PIB) de muchos países, y que financia organizaciones criminales con poder para desafiar a Estados y corromper instituciones.
El «Informe Mundial sobre Drogas 2025», presentado este jueves en Viena, explica el vínculo entre el narcotráfico y el crimen organizado, y subraya que constituye la principal fuente de ingresos para los delincuentes.
Si bien no hay una cifra global, los datos regionales permiten hacerse una idea de la situación: solo en Estados Unidos el mercado minorista de drogas generó 146 mil millones de dólares en 2016, el 0.8% del PIB de la mayor economía del planeta.
En la Unión Europea, ese mercado alcanzó los 31 mil millones de euros en 2021, equivalente al 0.3% del PIB comunitario.
Entre 2015 y 2019, Colombia exportó cocaína por un valor anual estimado entre mil 200 y dos mil 600 millones de dólares. En México, el tráfico de cocaína, metanfetamina y heroína generó, en conjunto, más de 12 mil millones anuales.
Estas economías ilegales -señala el informe- no solo sostienen actividades criminales: alimentan organizaciones que pueden desafiar al Estado con el uso de la violencia, la corrupción y el control territorial.
Estructura de los grupos de narcotráfico
El informe analiza también los grupos especializados en narcotráfico, que no operan bajo el mismo patrón.
Algunos se estructuran como organizaciones centralizadas, con jerarquías estrictas, roles definidos y un fuerte control interno.
Este es el caso del Cártel de Sinaloa en México, la Camorra napolitana en Italia o el Primeiro Comando da Capital (PCC) en Brasil, que imponen normas internas, ejercen control sobre territorios y usan la violencia de forma generalizada para proteger sus operaciones y reputación.
En estos grupos, la toma de decisiones está concentrada en puntos clave de la jerarquía, lo que los hace más vulnerables si son correctamente identificados y desarticulados.
La detención de los mandos intermedios, según el reporte, suele generar más problemas que eliminar a los líderes visibles, cuya ausencia puede desencadenar guerras internas y un aumento de la violencia.
Organizaciones criminales descentralizadas
Como contraste, otras organizaciones descentralizadas operan en red, con estructuras más horizontales y una lógica orientada al comercio más que al control territorial.
Entre los ejemplos citados en el informe de estas organizaciones más ágiles y difíciles de desarticular, hay redes de narcos albaneses y nigerianos en Europa, organizaciones dedicadas al tráfico de metanfetamina en el sudeste asiático y clanes familiares en Bolivia y Perú que operan a pequeña escala.
Estas redes suelen cooperar con otros actores a lo largo de la cadena global de drogas y comparten con ellos tareas como transporte, distribución o lavado de dinero.
En vez de imponer el control mediante la violencia, priorizan el flujo de mercancías y la evasión de controles estatales, con una especialización por tareas, en la que unos grupos se encargan del transporte, otros del almacenamiento, otros del lavado de dinero o la distribución de la droga.
Esta fragmentación permite a las organizaciones criminales reducir su exposición, diversificar riesgos y mantenerse activas incluso cuando una célula es desarticulada.
La mejor estrategia policial contra ellas son la infiltración o la ruptura de la confianza entre distintos miembros y organizaciones, según el informe.
La ONU también documenta casos híbridos, como el de la ‘Ndrangheta’, una organización de Calabria (Italia) que combina formas de dominio territorial en el sur de Italia con actividades como el tráfico de cocaína desde América del Sur.
Frente a esta diversidad organizativa, el informe advierte de que las políticas de «mano dura» o las operaciones indiscriminadas son, en general, poco eficaces y no debilitan a estas redes criminales.
Según el estudio, las estrategias más exitosas son aquellas que se basan en información de inteligencia y una selección precisa de objetivos.
Sube consumo de drogas en el mundo
El consumo mundial de drogas aumentó en la última década y alcanzó en 2023 los 316 millones de personas, el 6% de la población de entre 15 y 65 años, frente al 5.2 % registrado en 2013, destaca el informe.
El cannabis se mantiene como la droga más consumida, con 244 millones, lo que equivale al 77% del total. Le siguen los opioides, con 61 millones, las anfetaminas (30.7 millones), la cocaína (25 millones) y el éxtasis (21 millones). De forma general, los estupefacientes sintéticos han experimentado una gran expansión en la última década.
Con información de Eluniversal
