El abogado experto en derechos humanos Gabriel Alejandro Vidaña Manjarrez hizo una serie de reflexiones, para hbmnoticias.com en relación al caso del crimen que sufrió el niño Jasiel Giovanny Castellano Loya de ocho años, y cuyo caso conmocionó a la sociedad chihuahuense por el grado de brutalidad impuesta por parte del presunto agresor, el padrastro Abraham Alejandro F.D. quien fue detenido y est+a recluido en el Cereso femenil 1 de Aquiles Serdán, al auto percibirse como «trans» ante el Juez de Control.
El litigante expresó textualmente.
El caso del niño Jasiel Giovanny no sólo conmociona por la crueldad con la que fue privado de la vida, sino porque expone, con toda su crudeza, los efectos devastadores que este tipo de delitos tiene en la estructura emocional de una sociedad.
Cuando el agresor no es un extraño, sino una figura cercana —en este caso, supuestamente su padrastro— el daño es doble: se fractura la confianza social y se confirma que el entorno familiar, que debería ser el más seguro, se ha convertido en una zona de alto riesgo para los más vulnerables.
Desde el punto de vista jurídico, los delitos imputados —homicidio calificado agravado, violación agravada y violencia familiar— son de los más graves que contempla el Código Penal del Estado de Chihuahua. No se trata solo de sumar años de condena: hablamos de delitos que reflejan un desprecio absoluto por la vida, la dignidad y la integridad de una víctima en total estado de indefensión.
La pena por homicidio calificado agravado puede ir de 50 a 70 años, La violación agravada , al haber sido cometida contra un menor, con una relación de confianza, puede alcanzar entre 30 y 50 años. Y aunque la violencia familiar se castiga con hasta 5 años de prisión**, en este contexto no es un delito menor, sino una señal de advertencia que muchas veces es ignorada y termina en tragedia.
En suma, este tipo de hechos no solo exige castigo ejemplar. Exige memoria. Porque el castigo llega después; pero la prevención llega antes. Y mientras no actuemos desde ahí —desde las señales tempranas, desde el seguimiento real a denuncias de violencia doméstica, desde la vigilancia institucional en hogares con antecedentes— seguiremos lamentando muertes como la de Jasiel.
No basta con que el responsable reciba una condena severa. Lo importante es que la sociedad entienda que estas penas no son venganza, sino un reflejo del valor que le damos a la vida de nuestras niñas y niños, finalizó.
