Con una densidad de población de apenas 14.7 personas por kilómetro cuadrado, el estado de Chihuahua es el tercero más deshabitado del país solo por encima de Baja California Sur y Durango.
Si bien es cierto que no es fácil poblar la entidad con mayor extensión territorial (con sus 247 mil 412.6 km2 que representan el 12.6% de la superficie del país), la dramática caída del 50% en el índice de natalidad registrada en los últimos 20 años está provocando que Chihuahua se aproxime peligrosamente al precipicio de la desolación conocido en Europa como el “suicidio demográfico“.
Actualmente con sólo 3.7 millones de chihuahuenses censados (que representan apenas el 2.9% de la población nacional que es de 126 millones de mexicanos), la entidad escasamente ha aumentado 9.2 veces su cantidad desde hace 100 años cuando en 1921 se contabilizaban 400 mil habitantes.
Algunos estudios apuntaban que el problema de escasez demográfica se debe a ciertos fenómenos sociales como la inseguridad (provocada por el narcotráfico), la migración (se calcula que más de medio millón de chihuahuenses viven en EUA), la pobreza o falta de oportunidades, el clima inhóspito, entre otros factores como las causas de que Chihuahua se haya “estancado” las últimas décadas sin poder brincar más allá de los 4 millones de individuos.
Sin embargo otras razones psicosociales están contribuyendo a que cada vez menos chihuahuenses deseen formar una familia y traer hijos al mundo lo cual se volverá un problema sumamente grave y difícil de resolver para las próximas administraciones estatales y nacionales.
Aunado a ello, las estadísticas de los últimos 20 años reflejan una precipitada reducción en la cantidad de nacimientos en el estado de Chihuahua desde el año 2000 (con 88,823 partos) y el año 2001 cuando se tuvieron 91 mil 800 alumbramientos, cifras que al compararlas con las del año pasado casi representan un desplome del 50% en la natalidad de los chihuahuenses, y una reducción del 22% comparado con los 60 mil 134 nacidos en 2019 el año anterior.
La incertidumbre política y económica registrada en el 2019 y la aparición del coronavirus podrían explicar las razones por las que los mexicanos, y particularmente las parejas y mujeres chihuahuenses, hayan pospuesto la planificación de sus hijos, pero si ésta tendencia sigue así en el 2021 la caída en la natalidad será aún más grave y obligará a los gobiernos a implementar medidas de promoción y todos tipo de estímulos para motivar a los mexicanos a aumentar el número de hijos que tengan planeados, estrategias que lamentablemente no han podido ser exitosas en otros países más avanzados como Japón, Rusia, Inglaterra o los de la Comunidad Europea donde los gobiernos desesperados se han percatado que no hay dinero que alcance para convencer a sus habitantes de salvar a sus naciones contribuyendo con la reproducción de las siguientes generaciones.
Tristemente por el contrario, en México se percibe que los gobiernos de todos los colores partidistas, lejos de prever y anticiparse a este problema, entusiastamente vienen apoyando la “agenda anticonceptiva” que les imponen desde la ONU y otros organismos internacionales que incluye la legalización del aborto, la promoción de las infecundas uniones homosexuales y LGBTT+, además del uso “recreativo” pero esterilizante de las drogas , entre otros supuestos “derechos humanos” que están destruyendo el futuro de todas la naciones y solo benefician a los miembros de las élites y corporaciones que dominan el mundo.
