Trabajar durante la mayor parte de la vida laboral en la informalidad y registrar una baja densidad de cotizaciones en el sistema de pensiones y no tener una cultura del ahorro provisional, llevaría a quienes nacieron en o después de 1985 a tener una situación de pobreza y vulnerabilidad en su etapa de adulto mayor en el país.
Lo anterior, lo advierte el estudio “Administración de Riesgos Públicos para la Población Adulta Mayor” expuesto en el portal de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS), quien subraya que, el aumento o disminución de la vulnerabilidad de la población adulta mayor futura será resultado de las acciones de gestión de riesgos públicos que se realicen hoy.
Con apoyo de la Asociación Mexicana de Afores (AMAFORE), estiman que, una persona nacida en o después de 1985, tiene un 41.1% de probabilidad de vivir en condición de pobreza como adulto mayor.
Agregaron que, su esperanza de vida una vez alcanzados los 65 años será de entre 17 y 19 años y pertenecerá al 64% de la población adulta mayor de estrato socioeconómico bajo o medio-bajo que requiere seguir trabajando para subsistir.
También que tendrá que contribuir al ingreso del hogar donde vive o mantenerlo del todo con una probabilidad del 37.7% y pertenecerá al 57.1% que son dueños de su vivienda, y dentro de este grupo, tendrá un 57.4% de probabilidad de que su vivienda esté altamente expuesta a daños por la ocurrencia de desastres naturales.
Destaca que, buena parte de lo anterior, tiene su origen en haberse desempeñado la mayor parte de su vida laboral en el sector informal y, consecuentemente, haber generado una baja densidad de cotización en el sistema de pensiones, al tiempo de no haber tenido una cultura y disciplina de ahorro previsional que le proteja adecuadamente en el futuro.
Más aún, el que un porcentaje significativo de la población adulta mayor en pobreza sea propietaria de una vivienda altamente expuesta a sufrir daños por catástrofes naturales, es un indicador de vulnerabilidad por sí mismo dada los efectos probados de los desastres en reducir el índice de desarrollo humano e incrementar los niveles de pobreza de la población afectada.
AMIS y AMAFORE subrayaron que, existen manifestaciones de vulnerabilidad futura que son particularmente preocupantes de cara al año 2050.
Destaca entre ellas, tres que determinan si la población adulta mayor contará o no con la protección suficiente para enfrentar las amenazas descritas: a sus ingresos, a su salud y a su patrimonio.
Recibir ingresos pensionarios insuficientes para cubrir un nivel de consumo de bienestar mínimo, al tiempo de estar expuesto a choques externos en la salud o en lo que seguramente será su principal (si no es que único) patrimonio como lo es su vivienda, son escenarios que, de no actuar ahora, para la población adulta mayor del futuro constituirían un gran fracaso de la política social.
Indicó que, México hoy en día es el país de la OCDE donde los adultos mayores subsisten en mayor medida de ingresos generados por empleo, y donde este grupo recibe la menor proporción de sus ingresos de transferencias públicas o privadas.
La mitigación de las situaciones de riesgo tan amplias, diversas y complejas que amenazan el nivel de bienestar de una creciente población de adultos mayores, requiere no solo de la adopción multidimensional de políticas públicas, sino de la participación y corresponsabilidad de la sociedad en su conjunto.
Advirtió que, los frutos, repercusiones y sostenibilidad de lo que se emprenda o se deje de hacer hoy, se manifestarán a lo largo de las próximas décadas, lo que representa una invitación para valorar la oportunidad de las decisiones, pero también para cuidar el no generar un mayor problema a futuro.
Una condición necesaria para alcanzar una calidad de vida adecuada y reducir la vulnerabilidad de los adultos mayores, es desarrollar su capacidad de disponer de manera regular de una cantidad de recursos económicos que cubran, al menos, sus necesidades más básicas.
La seguridad económica en la vejez es realmente incierta en la medida que depende de la gran cantidad de circunstancias, decisiones y factores internos y externos que influyen en las personas a lo largo de su vida; sin embargo, un mecanismo natural que aminora esa incertidumbre, es la acumulación de ahorro a lo largo de la vida productiva, y todavía más si se potencia mediante la inversión adecuada de esos recursos y la transformación eficiente del ahorro acumulado en una pensión.
Manuel Quezada /HBMNoticias
