En la pintoresca comunidad de Chorreras, en el municipio de Aldama, Chihuahua, la vida transcurre serena, marcada por las aguas de la presa El Granero.
Es aquí donde reside Carlos González Martínez, un pescador de 50 años, alto y fornido, que ha dedicado su vida al arte de la pesca. Es cabeza de una familia de tres hijos y heredero de una tradición que se teje con cada red que lanza al agua y cada platillo servido.
Carlos nació y creció en esta presa y fue su hermano mayor quien le abrió las puertas al mundo de la pesca cuando su padre emigró a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades. Desde entonces, Carlos conoció los secretos de la pesca que posteriormente enseñó a sus hermanos menores y luego a sus hijos.
No sólo es pescador, también es chef en el restaurante “La Hacienda del Faisán”, en donde su destreza en la cocina ha convertido el establecimiento en un referente gastronómico en la región. En este lugar la pesca se encuentra con el arte culinario, al servir platillos de pescado fresco directamente de los estanques que Carlos cuida con esmero.
Carlos es una de las 434 personas que beneficia Bienpesca en el estado de Chihuahua, programa que deja una derrama económica anual de tres millones 255 mil pesos en la entidad.
Actualmente cultiva siete mil tilapias que luego, su hija, Wendy, quien ha decidido seguir los pasos de su padre, vende en un pequeño restaurante que hace poco inauguró.
En ese lugar no sólo se ofrecen los productos de la pesca familiar; en cada mesa se sirven los sabores de una tradición y un legado.
Carlos González Martínez encarna la tenacidad y dedicación de los pescadores locales. Ha encontrado el respaldo necesario para impulsar su emprendimiento y convertirse en un ejemplo de cómo la pesca sostenible y la colaboración gubernamental pueden transformar vidas y comunidades enteras.
Carlos habla con pasión de su trabajo diario: desde despertar temprano para preparar las mallas, hasta la meticulosa limpieza de los pescados, su vida gira en torno a las aguas de la presa El Granero.
La Hacienda del Faisán es el epicentro de las delicias culinarias que Carlos prepara con maestría con su propio estilo, desde el zarandeado en brasas hasta el arte de quitar las escamas de la tilapia. La pasión de Carlos por la cocina y la pesca se evidencia en cada platillo que sirve.
En su estanque cría cuidadosamente tilapias y bagres que llegan como alevines hormonados que aseguran un ciclo de vida saludable y productivo, que por medio de una alimentación especial alcanzan el peso y tamaño necesario para comerse en un período de seis meses, que en condiciones normales tardarían quizá un año o dos para alcanzar el peso ideal.
En su estanque que tiene en Chorreras, utiliza los desechos de las tilapias para fertilizar la parcela, en donde su cuñado cultiva maíz y frijol con lo que cierran el círculo de sostenibilidad en su comunidad.
