Uno de los descubrimientos más relevantes de la ciencia planetaria en los últimos 25 años es que los universos con mares bajo capas de piedra y hielo son habituales en nuestro sistema solar.
Se conoce ya hace varios años que los universos como la Tierra, mejor dicho con mares de agua líquida en su área, tienen que residir en un estrecho rango de distancias en relación a sus estrellas para conservar las temperaturas que preservan aquellos mares. No obstante, los universos con mares de agua subterráneos tienen la posibilidad de existir en un rango muchísimo más extenso de distancias a partir de sus estrellas.
Los universos con mares en su área, como la Tierra, además permanecen sujetos a varios tipos de amenazas para la vida, que van a partir de los impactos de asteroides y cometas, hasta las erupciones estelares, pasando por otras emisiones de radiación peligrosas, las explosiones de supernovas cercanas y más.
El análisis de Stern apunta que los universos con mares de agua subterráneos son bastante invulnerables a estas amenazas ya que sus mares permanecen salvaguardados por un “tejado” tremendamente grueso de hielo y piedra, que frecuenta tener un espesor de entre diversos kilómetros y numerosas decenas de kilómetros.
Sin embargo, por otro lado, el mismo escudo de piedra y hielo que salvaguarda los mares subterráneos además conserva esconde su hipotética vida ante casi cualquier intento de detectarla a partir del exterior.
Si tales universos con mares subterráneos son las moradas que prendominan de la vida en la galaxia y si la vida inteligente nace en ellos, entonces los universos con mares de agua subterráneos además podrían contribuir a solucionar la llamada Paradoja de Fermi.
«La misma capa defensora de hielo y piedra que crea espacios estables para la vida además impide que esta sea detectada de forma fácil», resume Stern.
