Chihuahua, Chih.- El aeropuerto de Chihuahua ha sido escenario de momentos críticos en la historia de la aviación mexicana. Uno de los más trágicos ocurrió el 27 de julio de 1981, cuando el vuelo 230 de Aeroméxico, un McDonnell Douglas DC-9-32 con matrícula XA-DEN, bautizado como “Yucatán”, sufrió un aterrizaje fallido en el Aeropuerto Internacional de Chihuahua General Roberto Fierro Villalobos, convirtiéndose en la peor tragedia aérea en la historia del estado hasta la fecha.
Durante la tarde de ese día, el avión rebotó en la pista al momento de aterrizar, tocó tierra fuertemente y salió de la superficie de rodaje. Como resultado, el fuselaje se rompió y la aeronave comenzó a incendiarse. A bordo se encontraban el Capitán Víctor Manuel Ortigosa Mora, el Primer Oficial Enríquez Marines y una tripulación de cabina conformada por Sara Ramírez Alemón (jefa de cabina), Norma Astorga Flores, María Antonieta Cortázar Calderón y Mónica Arenal Orozco, además de sesenta pasajeros.
El avión despegó de Monterrey y, tras un vuelo de aproximadamente una hora y treinta minutos, inició su descenso para aterrizar en la pista 36R, de 2,600 metros de longitud. Desde la torre de control se alertó a la tripulación sobre las malas condiciones meteorológicas, con tormentas y fuertes vientos, pero por razones desconocidas, el Capitán decidió continuar con la maniobra de aterrizaje.
A las 16:28 hora local, el avión fue posiblemente afectado por una corriente descendente y vientos cruzados de hasta 54 nudos. El impacto inicial hizo que el avión rebotara, perdiendo el alineamiento con la pista. Al tocar tierra nuevamente de manera brusca, la aeronave salió de la pista, cruzó una zanja al borde derecho y volcó, provocando la fractura del fuselaje y un incendio inmediato.
Los equipos de emergencia fueron desplegados rápidamente para combatir el fuego y rescatar a los heridos. Lamentablemente, fallecieron 28 pasajeros y dos tripulantes, la mayoría atrapados entre los restos del avión debido al fuego y el humo. La investigación concluyó que el accidente se debió a un error humano, ya que, a pesar de haber sido advertidos de las condiciones meteorológicas adversas, la tripulación intentó el aterrizaje, lo que, combinado con los fuertes vientos y la corriente descendente, resultó en la pérdida de control del avión.
Más de cuatro décadas después, la tensión volvió a apoderarse del aeropuerto de Chihuahua. El pasado 14 de marzo de 2025, el vuelo 3292 de Volaris, procedente de Tijuana, intentó aterrizar en dos ocasiones sin éxito. Las condiciones meteorológicas adversas forzaron a la aeronave a permanecer en el aire por más de cinco horas antes de regresar a su punto de origen. A bordo, más de 170 pasajeros sufrieron mareos y crisis nerviosas debido a la prolongada incertidumbre.
Este incidente reciente trae a la memoria aquel trágico suceso de 1981 y plantea interrogantes sobre los retos que enfrenta la aviación. Aunque los avances tecnológicos y los protocolos de seguridad han mejorado con los años, la naturaleza sigue siendo un factor impredecible.
Hasta el momento, Volaris no ha emitido un comunicado oficial sobre lo ocurrido. Sin embargo, este evento refuerza la importancia de la preparación y la respuesta rápida ante situaciones de riesgo en el aire. La historia nos recuerda que, aunque la aviación es el medio de transporte más seguro, nunca está exenta de desafíos.
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