Cuando Francisco Javier de Balmis arribó a México en 1804, lo hizo con 22 niños contagiados de viruela, una enfermedad que estaba matando a millones de personas en todo el mundo.
Pero lejos de esparcir (aún más) la mortal enfermedad, esos niños tenían una misión: ser parte de la primera misión humanitaria internacional.
Estaban allí para llevar a cabo una de las primeras jornadas de vacunación en cruzar el océano, de Europa a América.
Pero el éxito de la expedición hizo que se realizase un nuevo viaje, esta vez hacia el otro lado del planeta, cruzando el Pacífico.
